miércoles, 23 de diciembre de 2009

1398509ng9

Escribir y enviar tarjetas de Navidad es una de nuestras primeras tareas de la temporada.

La costumbre comenzó en Inglaterra cerca de 1840 con el inicio del “Penny Post”, el primer sistema de servicio postal. Según la leyenda, el británico Henry Cole, quien acostumbraba dejar todo para mañana, dio comienzo a la tradición.

En 1843, cuando se encontró atrasado en su correspondencia con sus amistades, decidió corregir la situación enviando saludos navideños al final del año. Su brillante idea dio origen al mercadeo en masa de tarjetas de Navidad, especialmente después de 1860, cuando se desarrollaron mejores métodos de impresión.

En Inglaterra la popularidad de enviar saludos navideños creció cuando se hizo posible enviar tarjetas, sin usar sobres sellados, por la mitad del costo de enviar una carta. Louis Prang, un residente de Boston, imprimió y vendió la primera tarjeta de Navidad en Estados Unidos en 1865.

Las imágenes y mensajes se han mantenido relativamente constantes a través de los años; imágenes mostrando escenas de la temporada o historias de Navidad acompañadas de los mejores deseos de una feliz Navidad y un próspero año nuevo.

Tomado de “ The twelve teas of Christmas

Más allá de la costumbre de enviar tarjetas a familiares y amigos, que necesario es que durante el resto del año, nunca olvidemos a aquellos seres queridos y podamos hacerles brillar sus ojos de alegría sorprendiéndolos en el momento menos esperado, para decirles, “Gracias, por lo que has hecho en mi vida. Una pequeña nota en cualquier época del año, podría hacer un milagro en un corazón deprimido y en una mente desgastada.

Más allá de de Diciembre, decide sorprender a alguien en Enero, Febrero o Abril. No te imaginas como Dios puede usar ese gesto, para traer esperanza a quién casi la pierde.

Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. 1 Corintios 16:18

Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, 
 y quedo a la espera de tu respuesta”. Salmo 5:3
¿Se te está haciendo difícil conseguir lo que necesitas? ¿Has estado deprimido por tus carencias (sabiduría, otra oportunidad, dinero, paciencia, fortaleza, etc.)? Pídele al Señor que intervenga. Pídele a Dios que te muestre cualquier cosa que te ayude a entregarle tu vida, y a ir en la dirección que Él quiera.
Es fácil descorazonarnos por situaciones difíciles en nuestras vidas que se han prolongado y que al parecer hay muy poca esperanza que cambien. ¿Puedes pensar en una circunstancia sin resolver por la que hayas dejado de orar? ¿Considerarías la posibilidad de hablar otra vez con Dios al respecto?
Aparta un tiempo para orar cada día. Pídele al Señor que te muestre por cuáles asuntos y necesidades orar y cómo orar por ellos. Permítele llevar cosas y personas a tu mente además de por lo que oras regularmente. Cree en Dios, Su poder, Sus promesas, Su disposición y Sus respuestas. Cree que Él está a cargo de lo que hablas con Él, y espera las respuestas con fe. Quizá no sean visibles en el terreno natural. Tal vez quieras orar estas palabras:
Padre, gracias por la forma en que deseas estar conmigo, hablando y compartiendo conmigo. Gracias, Señor, por querer escucharme aun cuando sé tan poquito acerca de Tus planes a largo plazo y cuando entiendo sólo una pequeña parte de lo que en realidad está pasando. Estoy contento de poder decirte lo que me aflige, y cuando lo hago, estoy consciente de que estoy soltando toda mi carga en Ti para una solución.
No estoy dándome por vencido; me estoy entregando a Ti al estar dispuesto a permitirte obrar a través de mí, a través de otros y a través del reto en sí. Gracias, Dios, por bendecirme con la vida y por bendecirme a lo largo de la vida. Has sido tan fiel conmigo, aun cuando no me daba cuenta de que Tú estabas obrando en mi vida.
Aunque sé que Tú sabes lo que necesito antes de pedírtelo, voy a querer pedirte que te hagas cargo de las situaciones que ponga ante Ti. En cierta forma, pedirte así las cosas, directamente, me ayuda a recordar todo lo que haces por mí. Me encanta entrar a Tu “oficina” y ver que Tú nunca estás demasiado ocupado para escucharme.
Definitivamente creo que nada es imposible para Ti. Gracias, Señor. Te alabo, Padre, en el nombre de Jesús, Amén.
Hoy tendré tiempo con el Señor. Ese tiempo es valioso y lleno de Gloria.
Señor, Que bueno es saber que puedo venir ante ti con regocijo y esperanza. Hoy, tendré tiempo contigo. Amén.