miércoles, 1 de agosto de 2012

Dios lo hace perfecto




Cuenta la historia que un rey no creía en la bondad de Dios. Tenía sin embargo un súbdito que siempre le recordaba acerca de esa verdad. Aprovechaba cualquier situación para decirle: Rey mío, no se desanime, porque todo lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca.



Un día el rey salió a cazar con su súbdito, cuando de pronto un tigre los atacó. El súbdito consiguió matar al animal, pero no pudo evitar que el Rey perdiese un dedo de la mano derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos de su siervo para salvarle la vida, le preguntó a éste: Y ahora, qué me dices, ¿Dios es bueno? Si Dios fuese bueno el tigre no nos hubiera atacado y yo no habría perdido mi dedo.



El siervo respondió: Rey mío, a pesar de todo lo ocurrido, solamente puedo decirle que Dios es bueno, y que quizás perder el dedo, haya sido para su bien. Porque Dios es perfecto y nunca se equivoca.



El rey, indignado con la respuesta del súbdito, mandó que lo encerraran en la celda más oscura. Pasó algún tiempo y el rey salió nuevamente de cacería. Cuando menos se lo esperaba fue atacado por una tribu de indígenas que vivían en la selva. Estos indígenas eran temidos por todos, pues se sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses.



Inmediatamente después que capturaron al rey, comenzaron a preparar el ritual del sacrificio. Cuando ya lo tenían todo listo y el rey estaba frente al altar, esperando la muerte, el sacerdote de la tribu examinó a la víctima y gritó indignado: ¡Este hombre no puede ser sacrificado, es defectuoso, le falta un dedo! Y a continuación el rey fue liberado.



Al volver a palacio, dio la orden de liberar a su súbdito y pidió que lo trajeran a su presencia. Al ver a su siervo, le abrazó con todas sus fuerzas y le dijo: Querido amigo, Dios fue realmente bueno conmigo, y le explicó lo sucedido.



Pero ahora tengo una gran duda en mi corazón: si Dios es tan bueno ¿Por qué permitió que yo te enviara preso a la cárcel?



El siervo sonrió y le explicó al Rey: Rey mío, si yo hubiera estado con usted en esa cacería, seguramente habría sido sacrificado en su lugar, ya que a mí, no me falta ningún dedo. Nada en la vida sucede por casualidad. Le pido humildemente que guarde esto en su corazón:



“Todo lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca”



sábado, 16 de junio de 2012

Perdonar


 
 
 
 
Cómo perdonar cuando alguien le ha hecho daño


Andar íntimamente con el Señor Jesús quiere decir que debemos hacerle frente al hecho de perdonar a otros, lo cual no siempre resulta fácil. No podemos evadir, ni negar el hecho que las relaciones personales a menudo resultan en un riesgo que implica ofensas y la necesidad de perdonar continuamente. Sea que la culpa de la ofensa sea de otro, o que sea nuestra responsabilidad, Efesios 4:31-32 resume hermosamente cómo podemos tener una conciencia limpia y ser libres para amar y servir a Dios de todo corazón:

“Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. (RVC).

En diferentes momentos de nuestra vida nos veremos abocados a la tarea difícil de perdonar. La siguiente tabla y pasos nos ayudan a encaminarnos a una decisión de obediencia y amor santo.



Cultive un corazón de Perdón

1. Profundice su comprensión del perdón de Dios mediante el estudio de la Biblia y la meditación. Dios ha sido impresionante y absurdamente generoso con nosotros. Permita que la gracia estimule humildad y gratitud. Lea Romanos 5:8.

2. Aprenda a reconocer las señales de un corazón perdonador: descartando la necesidad de castigo o venganza, mirando al ofensor con bondad y compasión, y escogiendo extenderse en amor.

3. Aprenda a responder bien cuando los sentimientos heridos vuelven a aflorar. Apóyese en la ayuda del Pastor de Pastores, para que cambie su corazón. Vuélvase (arrepiéntase), afine su oído a la voz del Pastor (dependa) y ande en sus caminos (obedezca).



Camine en los Pasos al perdón

1- Comprenda que perdonar es correr riesgos. Incluso un ofensor arrepentido con toda probabilidad nos fallará de nuevo, tal vez en lo mismo.

2- Apóyese en Dios. Clame: _“Señor: vengo a ti para que me concedas gracia y fuerza para amar a esta persona que me ha hecho daño y procure lo mejor para ella.”

3- Cancele efectivamente la deuda. Mediante la oración, dígale a Dios que usted abandona el derecho de cobrárselas en cualquier nivel y abandone su amargura o resentimiento, deje esto completamente en las manos de Dios.

4- Evalúe si debería o no decirle al ofensor lo que usted ha hecho delante de Dios.

5- Si es apropiado, verbalmente ofrézcale perdón. Si se arrepiente, la relación personal puede volver a su curso. Si no, la relación personal no se puede restaurar; pero cuando se ofrece el perdón, se puede pagar el mal con un bien (Romanos 12:21).



Comunique el Perdón

Si usted quiere corregir las cosas con alguien a quien usted le ha hecho daño, pero esa persona no está a su alcance, permita que el perdón de Dios baste. Confíe en que Dios intervendrá por usted para aliviar cualquier dolor de corazón que usted ha causado. Tal vez ayude confesar su pecado a un amigo de confianza.

Si la persona está a su alcance pero rehúsa perdonarle, pregúntese: ¿Indica esa negativa que en realidad no me he arrepentido genuínamente? Examínese según las normas que se hallan en 2 Corintios 7:8-11. Si el arrepentimiento es genuino, entonces el perdón de Dios es suficiente. Dese cuenta, también que el perdón puede ser un proceso. Tal vez la otra persona necesita tiempo para estar dispuesta a perdonar.

Autor: Charles Swindoll



domingo, 8 de enero de 2012

Dios es Fiel



Deu 7:9 Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;

¿Cuánto amas a Dios?



Que fácil se nos hace decir: “Amo a Dios”, pero, ¿Será que realmente tenemos conciencia de lo que decimos?, ó ¿Por lo menos tenemos claro lo que significa amar a Dios?


No puedo comparar el amor que le tengo a Dios, con el amor que le tengo a mi esposa por ejemplo, son dos diferentes clases de amor. Pero si por el amor que le tengo a mi esposa sería capaz de hacer cualquier cosa, ¿Cuánto más tendría que ser capaz de hacer por Dios?


Y es que muchos de nosotros nos pronunciamos muy seguido la frase: “Dios te amo”, pero más allá de la frase que de nuestra boca sale, ¿Realmente estamos demostrando que lo amamos?

Y no hablo de esto como razón para que te entristezcas, ni para que pienses que eres indigno de Dios, porque si por digno fuera, ninguno de nosotros sería capaz de recibir el amor de Dios, pero ese amor es por Gracia, es decir: Un regalo que no merecíamos, pero que Él ha tenido a bien darnos.

No hay duda que Dios nos ama, de eso no hay debate existente, es mas la Biblia describe de la forma en la cual Dios nos ama: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16 RV1960).



Ahora, si yo te preguntara: ¿Qué serias capaz de hacer por amor a Dios?, yo sé que sin pensarlo responderías: TODO.


Hoy quiero que reflexionemos un poco sobre el amor que decimos sentir por Dios, pero sobre todo que analicemos que tanto estaríamos dispuestos a hacer por el amor que le tenemos a Dios.


Si yo te pregunto en esta hora: ¿Amas a Dios?, estoy seguro que me responderías: “¡Si lo amo!”, bien, entonces respóndete tú solo allí donde estas, las siguientes preguntas con toda sinceridad:


¿Lo amas tanto como para que la crítica y el menosprecio no te hagan desistir de este camino?


¿Lo amas tanto como para dejar de hacer cosas indebidas con tu novio o novia?


¿Lo amas tanto como para ser fiel a tu esposo, esposa, novio o novia?


¿Lo amas tanto como para dejar las peleas y discusiones sin sentido en tu hogar?


¿Lo amas tanto como para quedarte callado para no responder a una agresión verbal y dejar que Él te defienda?


¿Lo amas tanto como para poder perdonar a aquellos que un día te hicieron un daño muy fuerte?


¿Lo amas tanto como para dejar a un lado todo aquello que no te está edificando y dedicarle un poco de tiempo a Él?


¿Lo amas tanto como para dejar de ver o de tener una relación con esa persona que está casado o casada?


¿Lo amas tanto como para tener el suficiente dominio propio y dejar de ver pornografía?


¿Lo amas tanto como para tomar la decisión firme de dejar la masturbación?


¿Lo amas tanto como para dejar de una vez por todas, ese pecado oculto que tanto daño te está haciendo?


¿Lo amas tanto como para no dejar de servirle en esa área en la que Él un día te puso?


¿Lo amas tanto como para dejar de ver esas amistades que lo único que están haciendo es alejándote de la comunión que un día tuviste con el Señor?


¿Lo amas tanto como para no dejarte manipular por nadie, para que hagas cosas que van en contra de lo que Dios quiere para tu vida?


¿Lo amas tanto que tienes la suficiente humildad para reconocer tus errores y aceptar las consecuencias?


¿Lo amas tanto como para que el día que todo se ponga en contra no profieras ninguna palabra en su contra?


¿Lo amas tanto que por respeto a tus hijos y amor a tu esposa les dedicaras más tiempo?


¿Lo amas tanto que el dinero no es el pensamiento que gobierna gran parte de tu día?


¿Lo amas tanto que estarías dispuesto a pedir perdón?


¿Lo amas tanto que eres capaz de prometerle cosas y cumplirlas?


¿Lo amas tanto pase lo que pase, jamás dejaras de confiar en Él?


¿Lo amas tanto que a pesar que las cosas no salgan cómo quisieras, seguirás alabándolo?


¿Lo amas tanto como para tener misericordia sobre las personas que Él también ha tenido misericordia, en lugar de juzgarlas?


¿Lo amas tanto que cuando vas a decir algo que dañara a alguien prefieres callar?


¿Lo amas tanto que no importando el privilegio que te deleguen estarás dispuesto a hacerlo lo mejor que puedas?


¿Lo amas tanto que estas dispuesto a hacer su voluntad y no la tuya?


¿Lo amas tanto que estarías dispuesto amar a tus enemigos?


¿Lo amas tanto que en lugar de pensar en separarte de tu esposa o esposo e irte de tu casa, estarías dispuesto a luchar por tu familia y esperar a que Dios restaure tu matrimonio?


¿Lo amas tanto que eres capaz de buscar una Iglesia para congregarte y asistir regularmente para edificarte?


¿Lo amas tanto como para hablarles a esas personas que no tienen a Cristo en su corazón y con las que todos los días tienes más de una conversación?


¿Lo amas tanto que estarías dispuesto a consagrar tu vida a Él?



Decir amar a Dios, es muy fácil, pero más allá de las palabras necesitamos accionar, necesitamos mostrarle que el amor que decimos sentir es real y ese amor nos mueve a tratar cada día de ser mejores para Él.


Todo esto es un proceso, en el cual no lograremos de la noche a la mañana, pero es deber nuestro preocuparnos también por agradar a Dios, pues reflejar ese amor que sentimos hacia Él a través de nuestras acciones, es un testimonio vivo de que realmente estamos agradecidos porque un día Él nos amo primero a nosotros.


Hoy quiero invitarte a que juntos despertemos de ese sueño que muchas veces nos ha desviado del propósito principal de la vida, este es: Agradar a Dios por todos los medios que podamos y hacer de Él el centro de nuestra vida.

¡Hoy decido comenzar amar a Dios y reflejar ese amor a través de mi forma de vivir!

“Dios nos dio muestras de su amor al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de él todos nosotros tengamos vida eterna. El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo, para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio.Hijos míos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios; pero, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y también su amor estará en nosotros”.

1 Juan 4:9-12 (Traducción en lenguaje actual)